¿Retorno a la escultura? Bienal de Arte Tridimensional 202
Para el arte costarricense y en particular la cultura de esta provincia de Costa Rica, que exista un evento como el impulsado por la Municipalidad de Cartago en el ámbito del Museo, aviva la flama de la creatividad y el pensamiento crítico creando un espacio de competencia y mediación tan necesarios hoy en día para hacer frente a los desafíos.
En el texto de pared aherido en una de las salas donde se exhiben las 23 obras de los convocados, y -aunque la tónica de esta cita 2024 fue volver a la escultura -en tanto la instalación requiere mayor investigación y experiencia con los materiales y su conceptualidad-, pues desde la década de los años noventa del siglo anterior (precisamente con la Bienal de Escultura de la Cervecería Costa Rica a inicios de los noventa) dicho género deshilacha un pasado glorioso del arte, pero hoy dicha instalalción se vuelve cliché a veces sacado de la manga con tal de acceder a una participación que engrose la hoja de vida de los artistas -digamos en térmios críticos que los artistas se la tomaron por lo facil.
Esta fue la razón para que el jurado conformado por Li Briceño, Walter Rojas y LFQ, reflexionara en la premisa de retornar a estos espacios de la investigación cultural y de los nuevos materiales y lenguajes, punto de inflexión además para meditar en la historia del arte nacional y en particular el local:
“Importa, primero que todo, evocar la figura del escultor nacional oriundo de esta ciudad Juan Ramón Bonilla (1882-1944), quien adentró en las betas de los mármoles de Carrara, Italia, legándonos proezas como la “maternidad” exhibida en el vestíbulo del Teatro Nacional. Entre 1974-1975 se fundó la Escuela de Arte que llevó su nombre en el corazón de Cartago, esparciendo un semillero de artistas en terrenos fértiles que hoy palpamos como el árbol de la abundancia de esta provincia”.
La Bienal de Escultura 2024
Acoge a veintitrés propuestas representativas del retorno a un arte que requiere reinventarse con constancia y espíritu creativo, mantenido por décadas de reacomodo a las energías y sustancias que la provoca; aunque para el presente comentario destaco tan sólo algunas que más concuerdan con el hilar de mi pensamiento crítico y en particular me anclan a echar las redes en las aguas de la interpretación que en un principio se perciben turbias y ofuscadas pero que la persistencia las hace ceder dejando ver lo excelso de sus fondos.
La fusión en resinas de “un hombre congelado en la inconciencia”, “La herencia del Patriarcado”, de Javier Ávila, 2023, pone en mi pensamiento a los famosos esclavos de la Academia de Florencia, Italia, esculpidos por Miguel Ángel entre 1519 y 1534; los “Prisioneros” son seres intentando emerger de los mármoles y la materialidad que a veces constriñe las ideas por carencia de una práctica artística que permanece hundida en los estuarios del tiempo horario o métrica de segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años, lustros, siglos, milenios… El artista interpreta el vocablo “inconciencia” como un bloque carcelero que parece mole de hielo o asfixia existencial que ahoga al personaje con males de la psicología humana actuales como son el pánico y la ansiedad.
“Plétoro el bendecido”, 2024, de Montserrat Montero, refiere a la fábula “la bella y la bestia”, y dispone a una niña ante el toro. Podría interpretarla como la pequeñez del ser humano ante la enormidad del animal representando a la naturaleza; el contraste de medidas es sinónimo de respeto ante esa cornamenta que se nos pudiera venir encima como un terraplén, pero que subvierte la calidez entrañable de la mujer. De alguna manera me refiere también a la escultura de la connacional Leda Astorga, decana de esos lenguajes que a la vez de gozarlos nos clava la espinita de la paradoja.
Ajexe Chaves Chacón, talla en madera intervenida con pigmento natural. Esta obra titulada “Acababa de cumplir dieciséis, es un relato autobiográfico que ensaya la actual violencia en contra la niñez y las mujeres, un acto del cual sólo quedan trapos ensangrentados y una herida que no se ve, pero que cala profundo. Poética de la autorreferencialidad de quien esculca una memoria líquida la cual se cuela por esos resquicios de nuestra psique humana. De alguna manera me refiere en contradicción a una de las cartas de Van Goh a su hermano Theo, al cuestionar que al recién nacido se le muestra a la sociedad vestido con sus mejores ropajes, pero nunca enseñan los trapos ensangrentados del parto.
Salomón Isaac Chaves con “Memoria del vuelo” sugiere ver la miniatura de un gran monumento a la libertad cuando un niño, que puede representar una ave o avioncito de papel es levantado en brazos y siente el éxtasis del “Vuelo supremo”, refiriendo a la poesía de Julián Marchena (Quiero vivir la vida aventurera / de los errantes pájaros marinos; / no tener, para ir a otra ribera, / la prosaica visión de los caminos.) La pieza de Salomón es una paradoja en tanto el elevado experimenta libertad, pero por los azares y afanes de la vida seguimos recorriendo los mismos caminos para llegar al mismo destin.
“Infancia suspendida” de Lilibeth Martínez es una especie de monigote sobre escombros de concreto que asimilan la destrucción por la las guerras en el Cercano Oriente y Ucrania, enfrentando a los poderes de esta época pero que no olvida la historia, y de su mano pende un hilo rojo que a su vez sostiene a un carrito de juguete. Vuelve a meditar en la poética de la destrucción con afectación a la niñez, deambulando en un suelo escabroso y reñido por los embates de hegemonías que guerrean eternamente, pero las víctimas como suele ocurrir, las ponen los más débiles.
Y hablando de caminos, vuelos y vicisitudes, un vaciado en molde con resina epoxi configura un torso impactado por la gracia del escultor en el momento de chorrear la pieza como si estuviera pintando una acuarela, dotándola de la sutileza de un abismo interior, ese que sin excepción -como aprecia el poeta martinico Edoard Glissant-, portamos los humanos dentro de sí: “Camino a la libertad”, 2024, del escultor Luis Sánchez.
Otra de las piezas que requieren comentario, es “Domesticadas”, o “El cuerpo domesticado en el espacio cotidiano” 2024, instalación de Mat Kar, en torno a la abundancia de la mesa, pero, si se detalla la gastronomía a devorar son formas humanoides que alimentan el primitivo deseo de lo antropófago.
Lorna Loriane exhibe otra instalación con firmas similares de cuerpos que se enfilan al lado de un espejo, pero que nadie espera verse a sí mismo inmiscuido entre esos cuerpos adiposos, titulada “¡Espejito, espejito de mi habitación! ¿Quién era la más hermosa de la región?”
Extender mis comentarios a más obras expuestas se me hace imposible pues mi aliada la memoria no es apta al nadar a contracorriente en las encabritadas aguas del río del arte, razón para situarme de inmediato a analizar las tres menciones de honor y la pieza premiada.
Premiación de la Bienal 2024
La primera de las menciones designada fue “Hilo de plata”, una mixta con carácter de instalación creada por Adriene Garnier. Se dice que con materiales disímiles a esta manifestación como es el cedazo metálico (referencia al escultor Edoardo Tresoldi) y una piedra bola de río, conforma una metáfora de la nubosidad variable como la del valle intermontano central, jugando con un flujo de inmaterialidad, reminiscencias y poética de los chaparrones de la vida, que a veces nos mojan hasta el alma.Giovanni Cubillo por “Estela” 2024, una talla en madera recubierta de tierra, agua y fuego elementos del planeta, supone ver un fogonazo en la llanura de la existencia, ahí donde hincha una comba en la conciencia crítica para obligarnos a meditar acerca de los daños provocados al entorno. Lo que me gusta de esta talla en madera es que experimenta materiales muy tolerantes con nuestro contexto bio/cultural mesoamericano en el cual vengo adentrando en la investigación cultural desde los años noventa del siglo pasado.
La otra mención fue para la pieza modelada en resinas y metales “Ángel en cautivo”, 2024, de Alonso Rubí. Evoca a los lenguajes de la transculturización impuestos por el mercado global: un niño con manos aladas sentado en una masa agujereada por balas de alto calibre, concientiza acerca de la violencia contra la inocencia infantil sucumbida por una bala perdida como funesto ejemplo tenido en este país.
El Premio
El jurado designa como Gran Premio de la Bienal a “Afonía & Flores” de Daniel Gómez Sancho, impreso 3D en resina en la cual cala la añoranza del jardín donde una niña se reviste con un manto de flores ante las desesperanzas del violento acontecer, jardín buscado por los humanos y en especial los artistas, en tanto es símil del portado en nuestras entrañas.
Reflexión final
La bienal es una caja de resonancia para los abrdajes que provocan escozor en la conciencia de la sociedad: la violencia en contra la infancia, la mujer, el adulto mayor, el reino animal, la naturaleza y la cultura misma, punto de quiebre por el cual ascender a la realidad y a los envolventes discursos de una sociedad vigía, estructura social representada por el artista, cuya obra es grito en el desierto poniendo un dedo exactamente en la llaga, pero cuya voz es a veces opacada por las ventiscas de la vida.
Cuestiono lo engañoso de la materialidad, y, como parangón, pongo la escultura ganadora al ser de materia inorgánica fruto de la alta tecnología, que han gozado de acogida pero que arrastra cierta frialdad la cual nos hace ver la diferencia entre una escultura modelada o tallada a mano y una muñeca de caucho hierática y tono mortuorio, o como puede ser una barbie comprada en el egañoso mercado global. Esta contradicción atiza elevados discursos del arte actual, no tan sezgados como pegar un banano maduro al muro de la exposición con una cinta adhesiva (evocando al también italiano Maurizio Cattelán vendiendo la fruta en 6,2 millones de dólares en Art Miami 2019). No hago a un lado con este argumento al arte escultórico, lo que critico es el lenguaje en que cayó esta manifestación en un arte de “lobbie de hotel” o de salas de aeropuerto, o sea un arte comercial, acomodadizo. Los lenguajes hoy están mediados por el proceso, por la investigación y experimentación documentada, como lo hace el científico, y con esto refiero al escritor japonés Kobo Abé: “La esencia de la investigación no está en el fruto, está en el proceso”.
Como reflexión final de esta Bienal de Arte Tridimensional promovida por el Museo Municipal de Cartago, destaco la posibilidad de abrirse paso en las oscuridades de la incertidumbre para tener agallas al combatir, con poesía, con metáforas, con símiles de sensible poética lo que se requiere cambiar en nuestras actitudes humanas que se reflejan como puntos sobre las íes en el arte contemporáneo.
La exposición se aprecia nítida, bien articulados los discursos artísticos, por lo tanto, son un signo resuelto por la museografía y el equipo del museo; con fichas amplias de adecuada lectura, parámetro del diseño para todos fundamental. He visto fichas en algunos museos del país diminutas y colocadas a baja altura lo que para un adulto mayor como es mi caso, provoca irse de cabeza al intentar leerlas. Esto, la documentación, vuelve al museo legible, transparente, caracterizado por posicionarse en la memoria cultural de la ciudad para la cual abre sus puestas todos los días y para todos los ciudadanos.
Revive, como dije al inicio, la memoria de aquella escuela de arte de los setenta, dirigida en ese entonces por don Franklin Astorga (padre de la escultora Leda Astorga).
Ese fue un verdadero invernadero para madurar el arte local, que catapultó a muchos incluyéndome como uno de los miembros del Grupo de Trabajadores de la Cultura La Puebla de los Pardos, y, como lo es hoy el museo, cuya convocatoria a la bienal debe ser considerada escuela, espacio educativo sin paredes y sin tiempo donde ir a aprender a la vez que enseñar, reflexionar, criticar, repasar con de factores de mediación el aporte de los artistas quienes se presentan al jurado para validar sus discursos, donde abrimos una discusión que afirme o refute los estamentos teóricos del arte, no solo hoy sino todos los días, en tanto flujo que trasciende a cada visitante que ingrese a esta institución de la cultura como es el museo.
Luis Quirval (blog Mesoamérica, revista on line L´Hoxa Estado profundo del arte hoy).
Comments
Post a Comment